viernes, 8 de septiembre de 2017

Carta abierta a Alfredo Leuco


Sr. Alfredo Leuco: Escuché atentamente el editorial con el que usted, la semana pasada comenzó su programa de televisión y vi, una vez más, como le mintió a los argentinos descaradamente, como los llenó de temor y al mismo tiempo de odio. Se tomó el tiempo para “enrostrarnos” todas las caras posibles del odio. Sin más, la suya, en estos últimos años se ha transformado en una de ellas. Por momentos me gustaría ponerme en sus zapatos para tratar de comprender como uno se levanta todos los días sabiendo que lo aqueja esa enfermedad, pero no creo que sea oportuno. Insisto, utilizó 20 minutos para dicha tarea, el tiempo no lo apremiaba porque usted lo hacia desde el mismísimo templo de la perversidad y el odio. Lo escuché una y otra vez, casi perdí más de una hora de mi preciado tiempo, como lo estoy haciendo ahora, para aceptar que estaba escuchando bien y que lo que usted vomitó desde sus entrañas, era ni más, ni menos que el viejo discurso de la dictadura, (ayornado a estas épocas) con la que se encubrió la desaparición de más de 30 mil compatriotas. Usted habló de guerra, de armas, de golpistas, de la necesidad de defender la democracia, de bombas, instigadores, células violentas, etc… Lo escuchaba y me preguntaba; ¿qué lo hizo cambiar tanto?, ¿qué lo motiva diariamente a hacer tanto mal?, ¿por qué se le ha hecho costumbre hablar sin argumentos?, ¿por qué acepta, sin pudor alguno, repetir lo que otros le ordenan? Busqué sin éxito, en medio de su verborragia inquisidora, alguna respuesta a la pregunta: ¿Cuan bajo puede caer un hombre en pos de ocupar algún rinconcito en la cama pasional del poder? Es que su última editorial, Sr. Leuco, debería ser guardarda en la biblioteca de las canalladas más notables del periodismo argentino. No voy a repetirle una por una sus acusaciones infundadas porque me ataca la vergüenza ajena, aunque alguna de ellas retomaré simplemente como foto de la película de terror que usted protagonizó en su programa. Lo escuchaba y me preguntaba donde quedo aquel periodista que en los 90, en pleno menemismo, desde radio Del Plata denunciaba al capitalismo salvaje, reivindicada a las madres y las abuelas de plaza de mayo y hasta se emocionaba al aire con su amigo y colega Fernando Bravo hablando de los sueños y las broncas del pueblo argentino. Ponía en juego su sensibilidad para denunciar como el neoliberalismo se lo devoraba todo, publicaba sus editoriales empapadas de sentimientos nobles y así se fue haciendo camino. ¿En qué momento se perdió en él?, para terminar siendo un vocero del “estabishemn” económico y político que hoy persigue y asfixia a trabajadores, docentes, jóvenes, que le roba el trabajo, la salud y la educación.. En su editorial no se privó de nada: Pidió mano dura, construyó monstruos a los que perseguir, acusó sin fundamentos y durante “20 minutos”, con vídeos sacados de contexto, destiló todas y cada una de las miserias que solo un hombre insatisfecho con su propio ser puede esgrimir. No lo subestimo en lo mas mínimo, por tanto no creo que sea solo una buena suma de dinero -que seguramente cobrará, y con derecho- y quizás algún familiar cercano suyo también, aquello que lo embista para encabezar semejante cruzada anti popular. No creo que usted se venda tan fácilmente por unos pesos, por muchos que sean, usted me dirá si peco de ingenuo, creo que lo suyo es mucho más que eso. Usted eligió transformarse en un enemigo del pueblo, para ser un simple bufón del rey. No es mi intención caer en golpes bajos, ni lugares comunes, ni busco ofenderlo con esto, solo que se me figura ese personaje porque nadie medianamente serio puede prestarse a escupir las barbaridades que usted escupió, más que un personaje con dichas características de servil. En su peligrosa columna afirmó (¿fue consciente de la peligrosidad de sus palabras?): “Nos han declarado la guerra a todos nosotros a la mayoría del pueblo argentino que quiere vivir en paz y en democracia.”, a esta altura esta claro de quien habla cuando habla de nosotros, no hace falta entrar en detalle, ahora bien, usted se anima a hablar de guerra, de armas; ¿a dónde quiere llegar? ¿ a que precipicio no esta empujando? Si a la organización popular que sale a resistir y a defender sus derechos, si querer manifestar otra idea política usted lo llama declaratoria de guerra, (porque entiendo que no se referirá a los violentos de la marcha por Santiago, porque a esta altura ya esta probado que fue la misma policía quien tiraba las piedras y empujaba las vallas), ¿cómo llamaría a la quita de los derechos, a la represión ordenada por el Estado, y a la desaparición forzada?, ¿Cómo lo sintetizaría?, ¿cómo proceso de reorganización nacional? No contento con ello, continuó y arengó a la justicia y a las fuerzas represivas a encarcelar, enjuiciar y condenar a los que según sus palabras; se“automarginan” del sistema y no se bancan haber perdido las elecciones”, fue por más aún y responsabilizó directamente a Cristina Kirchner de ser la instigadora de todos los hechos violentos y a Horacio Vertvisky de ser su jefe de operaciones. ¿Cuáles son sus argumentos señor Leuco, para tamaño barbaridad? Su irresponsabilidad como periodista, como ciudadano es de una magnitud inusitada. Imagino que tendrá elementos probatorios, ¿por qué no los presenta ante la justicia?, aunque sea con esa justicia que pelea por el mismo rincón en la cama pasional del poder que usted. En sus dichos no hay otra cosa que revanchismo y odio, porque el odio les pertenece a ustedes sr. Alfredo, como decía Don Arturo Jauretche: "Ignora que la multitud no odia, odian las minorías, porque conquistar derechos provoca alegría, mientras perder privilegios provoca rencor" Durante el kirchnerismo “sus patrones” perdieron priilegios, quizás eso lo inquiete, por eso odia, ni el odio le es propio, solo lo asume para sentirse convidado en los banquetes del poder. Lamento que usted se haya reducido a ser un alegre bufón de los intereses ajenos, quizás para pertenecer a una élite a la que jamás pertenecerá, quizás se contente con ser invitado a algunos eventos de protocolo donde lo aplaudan algunas palmas ensangrentadas. Debo confesarle que me dejó absorto el coraje para acusar a “piacere” frente a una cámara y convocar a la violencia, porque eso es lo que hizo, frente a la mirada de miles y a la de su hijo que conduce el programa junto a usted. Lamento ser yo, un humilde comunicador, quien le advierta que se ha transformado en un violento mediático, indispensable para que las derechas golpistas y genocidas puedan implementar el terror. ¡Que favor les esta haciendo! es usted lo suficientemente inteligente para darse cuenta de esto. Usted es de los imprescindibles para quienes gobiernan en desmedro de la libertad de los pueblos. Si sus deseos más profundos son realidad tendremos una argentina con represión, con muertos, con más presos políticos, ¿se hará cargo usted de esto? Su nueva faceta de “civilizador” abruma, defiende la civilización del mercado, de sus CEOS que hoy gobiernan, usted ha empuñado la espada de los opresores para salir a degollar. Desde algún lugar ético y moral que se arroga se permite bastardear a Estela de Carlotto y a Hebe de Bonfini entre otros, le sugeriría que todas las mañanas además de lavarse los dientes, de afilarlos, se lave bien la boca. Usted entenderá que hay personas que en la vida han dado muestras de sobra de su entereza y su entrega por los derechos humanos, y que usted como empleado de un hombre sospechado de delitos de lesa humanidad no se debería permitir ni alzar la mirada. Lo que el medio del que usted es parte , junto a otro “grupete” de periodistas que denigran este hermoso oficio, le estan haciendo a la democracia y al periodismo es imperdonable. Han torturado a la verdad, la han secuestrado y la han hecho desaparecer. Mienten a diario desde sus radios, sus diarios y sus canales y pretenden poner a un país entero de rodillas frente a sus intereses más perversos. Encubren evasores y corruptos, montan operaciones de prensa, desinforman sobre crímenes y desapariciones, pero sin embargo se anima a asegurar que desde este lado practicamos el vandalismo mediático. Afirmar que el caso Maldonado es una tragedia que la izquierda cheta transformo en farsa, como usted lo hizo lo constituye, al menos y para ser decoroso, en un ser indigno de todo respeto. ¿Cuál es la tragedia?, aquí no hubo nada fortuito, acá existió una represión ordenada y ejecutada a la perfección y en ella se llevaron a Santiago Maldonado. Nada tiene que ver con una tragedia. ¿Y cual es la farsa que usted le adjudica a una izquierda que adjetiviza de cheta?. Las farsas se apilan una tras otras desde las páginas del multimedio que usted integra. Los que dijeron que Santiago estaba en Entre Ríos, en Mendoza, que había sido acuchillado, que estaba en Chile, que puede que estuviese con vida, fueron ustedes, los mercaderes del templo del odio y la mentira. Esa es la farsa y se les esta desmoronado a pedazos. Para finalizar les traslado un interrogante y al mismo tiempo un deseo: ¿Serán alguna vez ustedes, los voceros de un orden injusto y represivo, repudiados socialmente por ejecutar este siniestro plan de engaño y ocultamiento desde la dictadura cívico militar hasta hoy? Solo deseo que podamos ser testigos, ambos, de la respuesta. Lo saluda atte. FERNANDO BORRONI

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